Damián estaba en el salón viendo
la tele con sus padres. Era tarde y decidió irse a dormir. Apagó la televisión,
les dio un beso a sus padres, apagó las luces de la casa y se metió en la cama.
Fue entonces cuando se despertó
entre disparos, ruinas y muertes. Después de todo, la imaginación era la única vía
que le quedaba a un pobre niño para evadirse de un país invadido por la guerra,
en el que nunca sabía si al día siguiente iba a despertar con vida.
María Muñoz
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